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Mostrando entradas de septiembre, 2023

Versiones del erre a pe

  I Teniendo en cuenta la larga decadencia del rock, el rap debería ser la música joven más interesante. O pareció serlo en un momento, al menos al nivel de la forma. Cuando hace unos años se juntaban adolescentes y jóvenes a competir en batallas de gallos  – enfrentamientos uno a uno donde ganaba, básicamente, el que más humillaba al otro –  parecía haber un impulso creativo valioso por sí mismo. Si bien yo no tenía la sensibilidad para distinguir a los buenos de los malos o percibir la innovación técnica en cada uno de ellos, se notaba que tenían un criterio según el cual mejorar. La competitividad propia del formato los obligaba a entrenarse, a llevar cosas nuevas cada semana, a copiar a otros mejores que ellos.  Hoy en día esos formatos se cristalizaron, y las competencias de improvisación tienen un aura más deportiva que artística. Las batallas se volvieron más largas, circula más dinero, la cuestión se volvió una exhibición de elite. Los jóvenes que competían ingresaron a (o crea

Apuntes sobre la crítica

  I Hoy parece razonable decir que la crítica literaria no sólo no existe, sino que no tiene ningún sentido. El egoísmo y el desinterés tienen como resultado la inexistencia de la discusión. Por lo tanto, dar razones y argumentos que sustenten un juicio de valor es una actividad inocua; no hay reciprocidad. Esta descripción obvia de la realidad tiene su expresión más evidente en las páginas de reseñas más conocidas como Ñ, Otra parte o El diletante. Las reseñas que se publican ahí carecen de juicio, de argumentos, de análisis, y lo que es peor, de lectores. Aun siendo absolutamente lavadas y evitando pronunciarse sobre cualquier aspecto formal de las obras, las reseñas no le interesan a nadie. No tienen lectores porque nadie quiere razones para leer textos, quiere a lo sumo afinidades. Con ver el nombre del autor o la autora sumado al nombre de la/el reseñista se tiene la información necesaria.  Omito por el momento la crítica literaria dictada por el sistema universitario y académico

Monte Grande, por Juan Rocchi

  Castas   I   Parece que rompieron el tanque de agua del parque de Monte Grande escuché que lo vaciaron fracturaron el frente y   desde la avenida se ven los escombros.     Cuando lo tiraron era la torre de un pueblo ruinoso a más de diez estaciones o envejecido, públicamente suministrado.   Lo rompieron, aunque estuviera estampado contra las nubes los días de sol y diera sombra a los borrachos a nosotros al cemento recalentado.           ¿Te acordás que tomábamos vino te acordás que tenía el fondo resbaladizo lleno de moho encapsulado como un cerebro?   Cuando lo rompieron, no sé cómo, era el sobreviviente de una ciudad que guardaba en los rincones de sus moles impuestas en hierro oxidado su porquería orgánica, su grela blanda cerebral. Te acordás cómo tomábamos vino y esperanzados queríamos que un día lo rompieran y cayera sobre nosotros   el agua   disgregada   los cascotes                 mojados   alguno se habría muerto   seguro no todos.           Pensé que habían desarticulado

Baby gravy de Oscar Fariña

Reseña de Baby gravy, de Oscar Fariña. Publicado originalmente en el Hurlingham Post . En su nuevo libro Oscar Fariña, autor de la reconocida reescritura El guacho Martín Fierro, copia a sus ídolos (desde Marcelo Bielsa hasta Leónidas Lamborghini) en poemas tanto lúdicos como programáticos. Baby gravy  es un libro con un programa visible, cuya propuesta está enunciada en dos de sus poemas. El primero, “Marcelo Bielsa, 2016”, es un texto que versifica una charla del director técnico. En las últimas cuatro líneas, concluye: “No hay que inventar nada / hay que copiar / de los que lo hacen bien, de los ídolos. / El ídolo es ídolo porque lo quiero imitar”. El poema dice lo que el libro quiere hacer, y explica qué se logra al hacerlo: primero hay que copiar, porque copiando se enaltece; y segundo hay que copiar, porque copiando se produce – el sentido de este punto se completa más adelante. El segundo poema programático es “Ritmo y sustancia”, en donde se describe la actividad de escribir po

Novelistas: un aprendizaje filosófico

La cuarentena produjo actividades insólitas para las largas horas de soledad y encierro. Una de ellas, en mi caso, fue pensar planes posibles para la carrera de Filosofía (una joda bárbara, sí) ¿Qué debería saber un filósofo hoy? ¿Qué experiencias son absolutamente necesarias para tan extravagantes profesionales? Más allá de la inexistencia del siglo XIX en el diseño real de nuestro recorrido académico (la Historia de la Filosofía Moderna termina con Kant en 1787, y la Filosofía Contemporánea empieza con Husserl en 1900), lo que más problemas me trae es que tengamos que estudiar “Pensamiento argentino y latinoamericano”. Tenemos filosofías de todas las clases, casi cualquier objeto de estudio se merece una: la mente, el lenguaje, la Historia, incluso los animales. Menos nosotros, que tenemos liso y llano: pensamiento. Inicialmente, logro apoyo casi unánime de los que estén prestando atención a mis divagues: “sí, claro, claro, Filosofía argentina debería llamarse”. Rápidamente nace la d