miércoles, 17 de septiembre de 2025

Nanni Moretti es familia (1)

Últimamente, si miro una película es de Nanni Moretti. Puede ser también algo de Lucía Seles, pero en general, y más durante las últimas semanas, prefiero a Nanni. Puedo llegar a decir, exagerando un poco pero no tanto, que no me gusta el cine; sólo Moretti. Esto es un intento de entender qué lo hace tan distinto.

    En primer lugar hay algo del orden de la emoción: lloro mirando películas de Nanni como no lo hago con casi ninguna otra. Se me puede escapar, alguna vez sucedió, con una escena de golpe bajo hollywoodense, pero la diferencia esencial es que en esos casos, después me siento estafado. Las películas comerciales parecen forzar una situación dramática acentuando todos los elementos que a unx lo puedan emocionar; Nanni, por el contrario, llega a a eso con cierta naturalidad, inclusive en momentos inesperados. Lo que genera emoción en sus películas está, al menos para mí, atado a cierto aire de honestidad. Por ejemplo, en  Il sol dell'avvenire el personaje que interpreta Moretti se está divorciando. Lo abandona la mujer que lo acompañó toda la vida, y que también fue la productora de todas sus películas. Él parece ser un déspota insoportable, interrumpiendo el trabajo de ella con otro director en pleno rodaje y frenando todo con sus caprichos. Pero en el medio de esa debacle se suben al auto, ponen un temazo de Aretha Franklin con los Blues Brothers y bailan en sus butacas. Si no me acuerdo mal, concluyen ir a tomar un helado.    

    La escena es simple, casi tonta, pero tiene algo perfecto que consiste en no maquillar nada, aun cuando usa recursos formales que evidencian el artificio (la escena en que Moretti frena todo el set del joven director con el que trabaja su esposa para explicarle que no puede exponer una violencia tan plana, tan bruta, es exagerada hasta el absurdo). Las situaciones que genera Moretti tienen tantas capas, tantos pliegues y complejidades como la vida misma de alguien que está dispuesto a vivirla con intensidad: es cierto que él es un déspota, que ella vivió haciéndole de soporte, que es difícil separarse con la vida en común encima, que la hija ya no los necesita, que el mundo que ella encuentra por fuera es tan vergonzante como novedoso, que él es tierno y divertido al mismo tiempo que pesado, etcétera. Nada de eso parece estar simplificado con fines narrativos, o para mostrar una tesis concisa. 



    La emoción que genera Moretti surge de exponer una vida compleja, con muchas perspectivas y sentimientos encontrados, pero sin por eso volverse intelectual. Escribiendo, veo que algo de eso que yo llamo 'honestidad' tiene que ver con una exposición no-enjuiciadora del sentimiento. Cuando los personajes se enfrentan a esa complejidad (puede ser una separación, un hijo inmoral, hacer una película, o en el extremo un hijo muerto), son frágiles. Les sucede algo que los sigue por el resto de su vida, y en la mayoría de los casos lo experimentan sin maldad. Al poner al frente la dificultad de la vida, todos los personajes están medianamente justificados, o al menos sus motivos están expuestos. No hay mal radical; es el funcionamiento ético de la persona o el ciudadano común. Cuando uno no entiende a un asesino (digamos, cuando uno no hace filosofía a lo Hannah Arendt), puede consumir su relato. En el caso de una persona común y corriente, en cambio, más interesante que filosofar y que su relato es lo que hace Moretti. Al exponer la complejidad, la falta de medios, y por lo tanto la fragilidad de los personajes, Nanni hace florecer la ternura. 

    Llego hasta acá, hoy y ahora, sigo la próxima. Me debo explicar por qué Nanni Moretti es familia.

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