Perfect Days de Wim Wenders

 Fuimos a ver Perfect Days, la última de Wim Wenders,  tras efusivas recomendaciones de distintos amigos. Debo decir que me decepcionó, no me gustó, y le estuve dando vueltas a eso la última semana. 

 

La historia sucede en Tokyo, y se trata de un flaco que limpia baños públicos (muy lindos, por cierto). Entre cada baño que va a limpiar, se sube a la camioneta y escucha rock en cassette, y cuando finalmente llega a su casa lee a Faulkner. 

 

El parecido con Paterson, de Jarmusch, es bastante obvio. Y en esa cercanía encuentro lo que me molesta: en las dos películas, para que una rutina miserable se espiritualice –en nuestra jerga, que se vuelva sensible– tiene que ser tocada por la varita del consumo cultural supuestamente elevado. 

 

El aprendizaje sería: si juntás a Lou Reed (o William Carlos Williams), unos cassettes y una máquina de fotos analógica, limpiar baños se vuelve copado –teniendo en cuenta también que, como dice Pablo Pachilla en esta review, el tipo trabaja de limpiar baños que ya están limpios. Sorprendentemente, nunca se ve suciedad.

 

En ese sentido, les opongo Las acacias: una película donde la espiritualización de la rutina llega por el encuentro humano y no por un Spotify bien orientado. 

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